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Venid todos

Hoy El vagabundo ha vuelto a buscar la orilla del mar para cumplimentar su etapa de meditación, para aislarse por momentos del mundo mísero e indefinido. He creído que apartándome de la sociedad, de todo lo que nos desequilibra, huyendo de la gente y de los hachazos de la vida, podría encontrar una pequeña dosis de felicidad. Pero cada minuto que trascurre, percibo que es tan improbable como imposible.

El Vagabundo ha querido en este día huir del llanto de la prostituta, del ladrón, del hereje, del preso, del deprimido, del anciano solitario, del mendigo, del arrepentido..., pero ha sido una misión quimérica. No soy sordo ni ciego. Hasta el más recóndito rincón del planeta llegan los tremendos y desmoralizantes sonidos de las bombas. Por más que quiero apartarme puedo oír la conjura de los necios y las carcajadas de los fuertes. Por mucho que me empeñe en desaparecer del sistema, no se eclipsa de mi sentido el claro dolor que siguen sintiendo los que necesitan las palabras de aliento. Oigo el grito de la mentira, los lamentos de los oprimidos y las risas de los poderosos. Sigo oliendo la basura y el claro interés de la patraña. Y es que no hay manera hermano de ganar la batalla. Idolatramos al dinero colocándolo por encima de la supremacía del sentimiento. Nada de eso no me gusta.

No basta con aislarse, incluso el hombre de la barca también estará triste. No basta apartarse para olvidar que los que sufren lo continuarán haciendo. Por mucho que te aísles, vivirás lo que yo, no hay salida. La única manera de luchar contra todo lo que nos desequilibra es luchar contra ello sin darle la espalda y sin ignorar su existencia. Luchemos hermano para lograr en armonía, un mundo armónico. Todo lo demás, serán mentiras piadosas.

Paco Morán (8-9-95)

El sufrimiento físico no es tan duro
cómo la dolencia sentimental

Narraciones escritas por Paco Morán









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