Te
habla el vagabundo, sé que me oyes, tienes el don de la ubicuidad y en todas
partes te hallas. Sé que oyes, ves y analizas lo que tú has creado. Y lo haces
sin inmutarte ante la desolación que nos invoca hacía la ira. A ti me dirijo
Señor, puesto que eres todopoderoso y quiero que me oigas y contestes.
¿Por
qué si eres nuestro Padre, tenemos que llamarte Señor?
¿Por
qué si eres nuestro Padre nos haces sufrir cada día?
¿Por
qué te vengas de nosotros si no cumplimos tus órdenes?
Lo
sé, te juzgamos, te crucificamos, sí… lo entiendo. Pero tú debe ser el padre
que todo lo dé por bueno.
¿Por
qué sigues castigándonos Señor?
Nuestro
continuo sufrimiento desde el principio de los tiempos nos llevan a estar
obsesionados con tantas preguntas que te entrego cada día.
¿Por
qué Señor nos ofreces el paraíso con una serie de condiciones? Mientras, aquí
estamos esperando aterrorizados en la antesala del infierno. ¿Por qué Señor evangelizaste
los mandamientos en órdenes en lugar de haber sido simples sugerencias?
¿Por
qué Padre nos hicistes hablar distintas lenguas?
¿Por
qué nos martirizas con la enfermedad y el dolor?
¿Por
qué Señor si eres un gran Padre no nos da el paraíso en vida?
Tú
no curas a los enfermos, tú no das la vista al ciego. Tú no paralizas el dedo
del soldado cuando aprieta el gatillo. Tú no haces andar al inválido. Tú no
repartes las riquezas.
¿Por
qué Padre no condenas al malvado y ayudas al bondadoso, por qué, por qué, por
qué....?.
Ahora
Señor, préstame más atención. Te habla El Vagabundo, aquí me tienes, como rehén
del mundo. Abro mis brazos ante ti, me desnudo ante la fría noche para que me
veas. Ante
ti me arrodillo Señor. Pídeme lo que
quieras, me ofrezco para que me condenes. Para que sobre mí dejes caer tu corona
de espinas si es la liberación la que buscas. Entrégame tu cruz si quieres
venganza y crucifícame ante la creación. Libera al mundo de todos sus males. ¡Señor,
señor, señor, atiende mis súplicas!
Paco Morán (10-11-95)
Si
Jesucristo volviera a aparecer volveríamos a crucificarle