Cuando
me siento ante el micrófono, existen noches en las que me siento tan impotente,
tan enano, que no sé qué decir. Aparecen dentro de mi existencia noches en las
que las sombras no me dan ni tan siquiera la posibilidad de transmitir
sentimientos. Sombras que parecen atraparme a través de sus ojos negros y que
me enredan con sus largos brazos de deseo. Son tantos los oídos que permanecen
abiertos al mensaje del vagabundo, que muchas veces sale a relucir mi timidez,
mi miedo, mi preocupación por fracasar ante
los oídos de todos los que continúan esperando mi entrada en su encarcelada
vida. Esos oídos que me esperan sentados ante la noche, hacen cola para abrirse
a mi llegada. Existen días en los que me gustaría que me tragase la tierra. Ni
la presencia del micrófono motiva el más pequeño aliciente, pero he de estar
aquí por ti y para ti.
Quisiera
utilizar un mensaje que todos entendieran pero sé que a veces no es posible.
Cuando me siento ante la madrugada solo deseo alimentar el optimismo de los que
sufren. ¿Qué pueden aliviar mis palabras ante tantas desgracias? ¿Sirve de algo
mi mensaje?
Herejes,
monjas, borrachos, presos, putas, golfos, deprimidos, policías, libertarios, anarquistas, estafadores,
enamorados, amantes, comunistas, capitalistas, banqueros, vagos, asesinos,
maltratadores, yonkis, ludópatas, mendigos... Escuchéis lo que escuchéis,
siempre comunico lo que siento. Soy así. Soy El Vagabundo, simplemente uno más
de vuestra causa.
Paco Morán (12-12-95)
Incluso mirándome al espejo me ruborizo