Tuve
esa noche el privilegio de pasear por la vieja Onuba con un hombre que imitaba
a Lola Flores como nadie. Un hombre que quiere tanto a su ciudad como la ciudad
le quiere a él. Paseaba con Antonio y me contaba con el humor del que hace
gala, su nuevo proyecto benéfico. Montó un festival para enviar ayuda al pueblo
somalí. Otras veces se preocupó de conservar las viejas tradiciones de nuestra
ciudad. Él siempre fue un hombre oído, un punto de referencia donde la
solidaridad coloca sus miradas.
Antonio
es tan conocido en Huelva, como lo es El Litri, la calle Concepción, San
Sebastián o la Virgen
de La Cinta. Me
contaba en nuestro paseo nocturno que anduvo trabajando en el exterior pero no
resistía dejar de oler cada mañana el profundo aroma de nuestro puerto. Me
contaba Antonio que cada mañana al levantarse echaba de menos el concierto que
las gaviotas de nuestra costa daban al romper el alba. Todos estos elementos
que forman parte de su vida, le devolvió a nuestra ciudad.
A
la jornada siguiente de nuestro paseo nocturno, recibía un emotivo homenaje.
Huelva fue generosa con alguien que había sido generoso con la ciudad. Siempre
se había prestado para cualquier proyecto en pos de los demás. Su carisma
dentro de la ciudad siempre había beneficiado a la promulgación de cualquier
iniciativa. Era hora, por tanto, de que alguna vez de él, alguien se acordara.
No
olvidaré la noche de espontáneas respuestas que me daba a cada una de mis
preguntas. Fue una noche inolvidable en la que compartí micrófono con un hombre
que en el escenario resplandece con la bata de cola, y cuando se baja, se
coloca el pantalón para pensar exclusivamente en los demás.
Paco Morán (4-9-97)
La
solidaridad es mi único lema en la vida