No sé cuando, pero fui un cínico
en el mejor sentido de la palabra. Fui a veces un discípulo de Diógenes, aquel
filósofo griego que vivía en un tonel y lucía taparrabos. Fui un hombre que
andaba por el mundo con un farol en busca del hombre. Los cínicos me enseñaron
a odiar los convencionalismos sociales y morales. Incluso fui en mi otra vida un
Emperador que perdonaba vidas.
Me enseñaron en la vida pasada a
volver mis ojos a la naturaleza y a considerarme ciudadano del mundo. Yo fui un
discípulo de Cristo. Fui en otros tiempos un pescador de peces al que
Jesucristo convirtió en pescador de hombres. De Jesús aprendí el amor a las
criaturas y a los hombres por muy malos que fueran. De Cristo aprendí a conceder
el perdón a mis enemigos. Como cuando fui Emperador.
De los hachazos de la vida he
aprendido a valorar la importancia de los compromisos, la fidelidad de las
causas y el sentido que tiene la solidaridad.
Yo fui un gladiador al que el Emperador le perdonó
la vida. Fui un poeta maldito. Fui un vagabundo sin destino que buscaba cada
madrugada un rumbo soñoliento. Fui un bohemio medieval. Fui un destructor del
orden establecido. En todo lo que fui desde el principio de los tiempos
perdidos, siempre anduve considerado como un tipo peligroso, a causa de que
merodeaba sin dinero burlándome de los eclesiásticos. Me burlaba de los nobles,
los monarcas, los adinerados, los sacerdotes, los emperadores, incluso de los
que me perdonaron la vida. Fui un vividor, un clérigo que llevaba una vida irregular,
pero aprendí de ellos el amor a la vida.
Fui además un revolucionario, ya que estuve en la
toma de La Bastilla
y en las barricadas que el pueblo montaba para luchar contra la burguesía y el
absolutismo. De la revolución aprendí que no existe yugo que se resista cuando
un pueblo se levanta para decir basta. También la revolución me enseñó el
significado de la libertad cuando un pueblo quiere liberarse. Yo fui un
anarquista. Del anarquismo aprendí a odiar el poder y a no renunciar a la
utopía de conseguir lo que quiero en cualquier momento de la historia. En esta
noche de penumbras pienso en lo que pude haber sido y al final no fui.
Paco Morán (8-3-95)