Mi
vida era la historia de una tierra gris, donde habitaba un árbol sin
frutos, sin plantas, sin flores, sin esperanza. Era una tierra donde los
animales despiadados cortaban el aire con sus afiladas garras. Mi vida existía
en un mundo sin sueños, sin ilusiones, sin anhelos. Mi vida era plana,
insostenible, vacía y amarga.
Pero
un día, un buen día, un rayo de sol iluminó mi cielo gris abriéndose paso entre
espesas y negras nubes. Me enseñó esa luz que más allá de la nada mis ojos
podían ver. Había un paraíso lleno de cosas bellas que podía oler, mirar y
sobre todo sentir. Una persona llegó con ese rayo de luz para devolverme la
risa, la alegría y el entusiasmo que necesitaba para continuar en la lucha del
día a día. Su presencia hace que mi imaginación eche a volar.
Ahora
parece que el tiempo no pasa por mi vida y mi corazón parece salirse del pecho
para estar un poco más cerca de él. Él es lo mejor que me pasó en mucho tiempo porque
devolvió el color a mi tierra gris. Me regaló el arco iris y el aroma de las
rosas. Cada día le entrego mi alma para que pueda abrazarla fuerte y no me deje
ir. Le pido al destino que nunca le aparte de mí, pues sin el calor de su
sonrisa ya no podría vivir.
Lo que deseas tener siempre, lo encontrarás.