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Amaneceres


En cada amanecer, en todos los amaneceres y desde el principio de los tiempos, los seres humanos abrimos los ojos de la existencia para volver a enfrentarnos a otro día más de nuestra vida. La mañana se va llenando de un taconeo que marca la carrera veloz de gente que marcha hacia sus tareas diarias. Las calles se llenan de estudiantes, trabajadores y gente desempleada que se afanan por llegar al lugar de trabajo esperado, a las aulas, a los despachos, a la obra, al banco del parque para pasar la mañana…Tanta es la prisa, que el tiempo no es suficiente para detenernos a mirar el interior del ser humano que nos rodea. 
Nuestros ojos se conforman con fijarse en el exterior, solamente en el exterior de todo. Recordamos el largo de una falda, la marca del pantalón o el color de una piel. Comentamos el gesto huraño de algún compañero, un vecino o un amigo, sin buscar jamás la causa que provocó su enojo.
Transcurre el día y no hemos mirado el interior del amigo que nos acompaña diariamente. Por olvidarse, se nos olvidó dar los buenos días al vecino al salir de casa.
 
Hermano, deberíamos jugar cada día a descubrir lo hermoso de la gente que nos rodea. Cada ser humano tiene un pedazo de Dios dentro y tal vez un Caín a su alrededor. Es lo que debería llamar nuestra atención diaria en lugar de ver el gesto agrio de alguien. Ya es hora de entender el valor que tiene el hombre para resistir las tensiones provocadas por situaciones que no conocemos. Antes de ridiculizar al que no aprende con la rapidez de los demás, demos un aplauso a su magia por ser bueno con sus semejantes. Pregúntale por qué no estudió antes de burlarte de él. 
Todos los días son buenos para comenzar a descubrir sonrisas hermosas, manos hábiles, actos valiosos, espíritus valientes, luchadores incansables. Cada ser humano tiene un valor especial, un don divino que recibe al nacer y que si lo descubre, puede utilizarlo para su beneficio y para el de los que le rodean. Hagamos un alto en nuestra prisa diaria, miremos el interior de nuestros hermanos y aprendamos a valorarlos por lo que son y no por lo que quisiéramos que fueran.

Paco Morán (22-9-2001)

Mira en ti los primeros defectos

Narraciones escritas por Paco Morán









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