Brillan tus ojos incluso en
el rincón más oscuro de la noche. Observo que dudas de mí. Percibo que la
confianza que siempre me has otorgado ha desaparecido por el momento. Parece
como si en tu corazón esté lloviendo un frío granizo que lo congela. Dame tu
mano, ven a caminar conmigo y cuéntame lo que te ocurre princesa.
Pronto llegará la hora en la
que asaltaré tu rostro para depositar el beso más deseado. Tengo ansiedad en
culminar este reencuentro. Desde mí última despedida mucho te eché de menos. La
ansiedad de tenerte es la que me abruma. Quiero extasiarme de tu amor. Desde
esta arena mojada. Desde la humedad de la noche volveré a demostrarte que sólo
tú estás presente en mi hábitat. Hoy grito al mundo desde la línea del
horizonte que nos contempla, que te amo.
Paco Morán (30-9-95)
Los celos se pueden convertir en el
peor enemigo de la mujer enamorada