Quiero
dormir contigo sin la urgencia del deseo, velar
tu sueño y acariciarte sin tan siquiera rozarte. Decirte lo mucho que te amo
sin que me oigas. Llevarte a los paraísos de la imaginación y los sueños donde habitas
sin saberlo, saborear la suavidad de tu ternura y besar
esas manos. Quiero mirar ese cuerpo casi de
terciopelo que tantas veces gozo y que otras veces arropa mis enojos y
mis días de tristeza.
Quiero
acunarme en ti, en tus cálidos y
solidarios brazos, que nunca niegan su caridad a quien se la pide. Quiero amar
a ese ser, tan comprensivo que a veces me hace daño cuando su mirada se pierde
en otro cuerpo. Me detendré esta madrugada en ti un
momento, aunque quisiera que el aire fuera eterno quiero tener tiempo
eterno para mirar sin verte y verte sin mirarte. Deseo
conocer ese espacio que no conozco de ti y que es un territorio
prohibido a mi esperanza, no puedo entrar en él y vivir contigo esa aventura
tan inmensa que en sueños me hace vibrar.
Poseo
celos de quien en sueños te arranca esa sonrisa. Celos de quien gime por ti. Quiero
ver esta madrugada tu rostro cuando no lo diriges hacia nadie, cuando no estás
pendiente de parecerte a nadie, ni parecer una mujer perfecta. Deseo oler el
perfume que envuelve tu cuerpo.
¡Cómo es posible que digas
que te ignoro cuando mi profesión es ya casi la de quererte! Quiero aplaudir con besos tus desvelos sin que notes lo mucho
que te amo. Quiero por fin amanecer contigo, tranquilo y confiado para
decirte que este también soy yo y así también deseo amarte.
Paco Morán
(20-4-2001)
Cada noche la madrugada me trae tu perfume