Acabas de salir de la ducha y fijamente clavo mis ojos en tu figura para no perder detalle de tus sensuales movimientos. Me quedo mirando como te colocas la camisa blanca que te regale el día de los enamorados y contemplo como se pega a tu cuerpo mojado. Se transparentan tus senos. Vas caminando lentamente hacia mí. Buscas que mis brazos te abracen para darte el calor que te ha robado la ducha de agua fría. Te seco el cabello que incluso huele al champú que usaste desde la adolescencia. Siempre me pareció un aroma que se escapaba del más encantador de los bosques. Aprieto fuertemente tu mano para caminar contigo hasta nuestro lecho de amor. Te hago el amor hasta el amanecer en una madrugada por la que atravesamos buscando el éxtasis del placer.
Paco Morán (5-8-95)
Entre la noche y el día siempre
hay una mujer en la ventana
