Aunque la vida muchas veces no sea como uno la tiene planeada, aunque
aparezcan obstáculos en nuestro camino cuando queremos alcanzar una meta,
aunque a veces nos sintamos atascados y sin una salida aparente, aunque a veces
la tristeza se apodere de nosotros; hay que sonreír, hay que soñar, hay que
luchar, hay que sentir, hay que impulsar el cuerpo hacia delante, hay que
vivir.
La sonrisa nos alegra
el espíritu, nos da un motivo para ser felices, nos llena de esperanza. Una
sonrisa en nuestra cara le alegra el día a otro ser, contribuyendo de esa forma
a estimular la felicidad ajena. A todos nos ha pasado alguna vez que vemos a
alguien sonreír y se nos contagia y esto pasa porque la felicidad es
contagiosa, la alegría es contagiosa, la risa es contagiosa, los sentimientos
son contagiosos. Una sonrisa es el comienzo para el contagio.
Soñar nos eleva, nos
transporta a otro nivel, nos llena de luz y de fe, nos da la oportunidad de
visualizar lo que queremos en nuestra vida, de cerrar los ojos y sentir que
somos completamente felices, de vivir un mundo irreal que si nosotros nos lo
proponemos se puede convertir en realidad. Soñar es uno de los regalos más
hermosos que Dios dejó en el Planeta, es un obsequio divino que debemos
apreciar y valorar. Vivir es nuestro derecho, es para lo que estamos en este
mundo, vivir la vida que nos tocó, las experiencias que nos fueron dadas y las
que nos faltan por tener.
La historia de
nuestra vida puede estar llena de altibajos pero siempre que en ella hayan millones
de sonrisas entregadas, millones de sonrisas recibidas, millones de sueños por
alcanzar, millones de sueños realizados y una vida que da alegría a millones de
vidas, podremos decir, que cuando llegue el momento, nuestro paso por este
mundo valió la pena, y podremos estar felices por haber pertenecido y
contribuido a la alegría y a la felicidad de muchas personas.¡Sonríe, sueña y
vive!
Paco Morán (23-10-2001)
Ser amable es muy rentable