Si
de algo puede presumir El Vagabundo es de tener el don de la ubicuidad. Lo
utilizo cada noche para poder estar al pie de la cama del enfermo que tumbado
en el lecho del dolor contempla el paso de los largos días sobre la fría
estancia en un hospital. Mi intención antes de que llegue el alba, es la de
entretenerte con música y palabras. Quiero sanar el dolor de todos los que me
oyen utilizando este patrimonio que os entrego cada madrugada. Siempre antes de
la llegada del amanecer me verás al lado al postrado ser que se lamenta en la camilla
del dolor. Entro cada noche en las húmedas celdas de las prisiones para acortar
con mis mensajes, el tiempo de espera del prisionero que espera la libertad, o
quizás la muerte.
El
Vagabundo estará también sentado en el asiento del acompañante del taxista. Le
advertiré sobre los peligros de las tenebrosas noches. Le entretendré mientras
espera al próximo cliente o al próximo chorizo que llegará para atracarle. Hoy
quiero estar contemplando como una madre amamante a su hijo, de esta forma, me
tomaré el atrevimiento de visionar la más hermosa escena que pueda protagonizar
un ser humano.
Estaré
al lado del vigilante jurado. Me introduciré en el coche de la guardia urbana
que a toda velocidad persigue al delincuente que se saltó el semáforo. Seré el
vigía del Puerto de Huelva para ver el despertar de las gaviotas. Acompañaré a
la prostituta mientras llega el próximo cliente. Estaré contigo si lo deseas y
si quieres taparme la boca, sólo tendrás que quitar el enchufe de tu radio.
Paco
Morán (12-10-96)
En
los programas de El Vagabundo, las
palabras prevalecen sobre la música
Enrique
Ternero Pampín (5-9-96)