El Vagabundo ve cómo en la
oscuridad de la habitación que más visitas tus hijos plácidamente duermen. Sus
cabezas se inclinan cuando están abrumados por el sueño. Bajo la gran cortina
blanca que cubre la ventana, los
pajarillos se acercan frioleros para encontrar el calor que despiden esos
ángeles que sueñan con el pasado más glorioso. Tus hijos se quedaron dormidos
hablando bajito para no hacer ruido, y de esta forma, no molestar a los
pajarillos que picoteaban en la ventana.
Y esa mujer desconsolada desde el
quicio de la puerta observaba las tímidas e inocentes sonrisas de sus retoños. Escucho
el tono cálido de sus voces. De repente, una lágrima cayó en sus pies mientras
sus ojos brillaban. Se alejó de aquella morada. Llegó al salón de su casa en un
angustioso caminar antes de que sus hijos escucharan el grito desesperado de su
lamento. Se agarró a la fotografía de su boda para exclamar: ¡Cuánto té hecho
de menos amor!
Paco Morán (23-12-95)
Cuando un amor se
marcha, la soledad inunda tu entorno